La Culpa

OBJETIVA Y SUBJETIVA

Hace alrededor de dos año, en mi círculo más apegado, una persona muy cercana cometió un acto muy desastroso. Le pedí que se entregue a la justicia y él me dijo que no podía. Por otro lado a mi familia la amenazaban de muerte como si ellos fuesen culpables. Esto me llevó a tomar la decisión de entregarlo, pero mientras miraba la noticia sentí que yo era culpable por tomar semejante decisión. Luego varias personas me dijeron que yo no soy culpable, que el culpable era él por lo que hizo.

Fue en ese instante donde aprendí la diferencia entre una culpa objetiva y una culpa subjetiva. Estas se dividen en un sentimiento de culpa o tener la culpa

Vamos a responder esta pregunta. ¿Qué es la culpa?

“La culpa es un mecanismo en el que, a partir de un acto u omisión, realizamos un “juicio moral” de nuestra conducta (incluso de nuestros pensamientos) y “determinamos” que hemos cometido un error y deberíamos tener un castigo.”

-Psic. Mariola Bonillo

Dicho de otra manera, para mí en lo personal la culpa es un hecho o un sentimiento. Es aquello en lo que la persona incurre cuando transgrede una ley. El problema mayor está cuando somos culpables pero dentro de nosotros sentimos que no lo somos, al igual que cuando sentimos que somos culpables pero en realidad no lo somos. Por eso vemos que una persona puede cometer la misma transgresión varias veces sin importarle nada, y sin darse cuenta de las consecuencias que ésta puede traer, y otras se hacen daño ellos mismo porque sienten culpabilidad cuando en realidad no las hay.

Para saber diferenciar entre una y la otra debemos analizar primero las motivaciones y el comportamiento que se producen en una persona cuando está siendo influenciada por ellas. La Dra. June Hunt las plantea de la siguiente manera, “Por un lado, la culpa se basa en hechos, produce dolor por el pecado o la transgresión, produce la convicción del Espíritu Santo, resulta en arrepentimiento, acepta el perdón, se apropia de la obra consumada por Cristo y lleva a la reconciliación con Dios y con otros. Por otro lado, el sentimiento de culpa se basa solo en sentimientos, produce temor a las consecuencias, produce la condena de Satanás, provoca depresión, se solaza en la auto compasión, logra hacer “buenas obras” y aleja a la persona de Dios y de otros.”

La culpa puede ser un amigo para nosotros o un enemigo mortal, todo depende de quién es la persona que nos hace verla. En este caso puede ser producida por Dios o por Satanás, pero todo depende de cómo la persona la identifique. Una persona que entiende que es culpable siempre va a reconocer su falta. Mientras que aquellos que simplemente se sienten culpables, se pueden condenar ellos mismos, dejando que los sentimientos invadan su mente y la hagan sentir horrible. Pero cuando sabemos que somos culpables, tratamos de arreglar las cosas y compensarlo de una manera u otra, no teniendo ese temor que viene a raíz del sentimiento de culpa. Este temor lo que puede hacer es alejarnos del lugar donde cometimos el error o alejarnos de las personas afectadas por nuestra falla, también nos puede llevar a alejarnos de Dios. Cuando sabemos que somos culpables podemos ver con claridad lo errados que estábamos y así poder evitar que nuestros sentimientos nos hagan sentir como el peor ser humano. Así automáticamente nos vamos sintiendo arrepentidos y no dejamos que la tristeza por el sentimiento de culpa nos lleve a una depresión. Pero todavía no nos vamos a sentir conformes si no acudimos a pedir perdón, sea a una persona que le fallemos, o puede ser a Dios por romper sus reglas. Para eso debemos estar dispuesto a aceptar el perdón y no cometer el error de alejarnos de las demás personas y mucho menos de Dios.

Después de haber visto las motivaciones y los comportamientos que producen la culpa y el sentimiento de culpa, debemos resaltar que una persona puede ser atrapada por el sentimiento de culpa sin tener ningún tipo de culpa, pero por otro lado debemos tener muy claro que la ausencia del sentimiento de culpa no siempre indica la ausencia de culpa. Podemos ser culpables sin tener el sentimiento de culpa.

Imagina que alguien es arrestado por homicidio en primer grado, y la fiscalía tiene audios y videos de la persona… La persona llega a la corte y, cuando el juez le pregunta: “¿Cómo se declara?”, responde: “Me declaro inocente”. Entonces decide defenderse solo, en lugar de emplear un abogado. Él se para ante el tribunal y realiza su defensa diciendo: No soy culpable porque no me siento culpable. Olvídense de toda la evidencia objetiva. Mi testimonio subjetivo establece mi inocencia. No puedo ser culpable porque no me siento culpable.

En estos tiempos es muy común presentar defensa aún sabiendo que somos culpables, y llegamos al punto de volvernos relativistas, cambiando lo que es objetivo por lo subjetivo. Debemos tener muy claro si el sentimiento de culpa está viniendo a nosotros para convencernos de que somos culpables o para acusarnos. Ambas traen consecuencias, sean malas o sean buenas, pero nosotros somos los responsables de tomar la decisión correcta después de haber fallado.

La dificultad radica en el hecho de que Dios el Espíritu Santo nos convence de pecado, mientras que Satanás nos acusa de pecador.

Dios tiene un propósito con nosotros a través de la culpa, pero también Satanás tiene un motivo por el cual acusarnos, poniendo muchos pensamientos desagradables que nos llevan a sentir que no merecemos el perdón. Pero la diferencia entre Dios y Satanás es que Dios usa la culpa para llevarnos a un arrepentimiento de la falta que hemos cometido, mientras que Satanás nos hace sentir culpables hasta de cosas que no hemos hecho, para hundirnos en la amargura y depresión. Esta es el arma más letal para que las personas le abran la puerta a esos pensamientos de suicidio.

Las personas también usan una manera más práctica para evadir la culpa, y es culpando a otros de los errores que ellos mismos cometen. Pero esto no es nuevo, lo podemos ver desde el inicio. La biblia nos narra la siguiente historia cuando el hombre desobedece a Dios por primera vez, “…preguntó Dios. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que yo te prohibí comer? Él respondió: La mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí. Entonces Dios le preguntó a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? La serpiente me engañó, y comí, contestó ella.” (‭‭Génesis‬ ‭3:9)

¿Cómo liberarse de la culpa?

Ahora bien, debemos saber que para ser libre de ese sentimiento que nos está comiendo por dentro, necesitamos la confesión. A muchas personas no le gusta confesar sus errores a otras personas, y se mantienen toda su vida con un dolor interno que no los deja ser feliz. Pero si te pones a pensar, es lógico que te acerques por lo menos a la persona que fue víctima de tus errores, y le confieses lo que has hecho y lo que estás sintiendo en ese preciso momento. Puede ser que hayas hecho algo donde no le afecta a nadie, pero sabes que eres culpable por hacer semejante acto. Es recomendable que te le acerques a tus padres, a tu pastor, a un líder de tu iglesia, un amigo, tu jefe, tu pareja, o a cualquier persona que te inspire confianza. Pero no olvides acudir a Dios y confesarle todo lo que quieras. Dios siempre está esperando por nosotros para ayudarnos. En segundo lugar, debemos tener muy claro que la culpa exige un pago aceptable por nuestras transgresiones o nuestros pecados.

Siempre tenemos ese pago que se nos exige por nuestra culpa, muchos errores se pagan con dinero o con tiempo. Ese tiempo es el que la persona dura encerrada en una cárcel por haber corrompido una ley que el gobierno impuso. Pero muchas veces cumplimos con estos requisitos y seguimos sintiéndonos culpables. Esto pasa por dos razones, la primera razón es que Satanás es especialista recordándonos nuestros errores del pasado. Esa es una de sus artimañas para hacernos sentir culpables. Y la segunda razón es que aunque hayamos pagado por nuestros errores, Dios nos hace sentir culpables, porque el pago que él exige es aún mayor, y este pago es Cristo. Jesús vino a esta tierra para cargar con nuestras culpas y pecados, siendo inocente, se hizo culpable para pagar por nosotros. Ahora tenemos el recurso para poder pagar por nuestra culpa, y ese privilegio es aceptar el sacrificio que Él hizo por nosotros. Cuando hablo de reconocer, no es simplemente saber que él lo hizo, sino que lo dejemos entrar en nuestras vidas y que tratemos de vivir conforme a como él vivió en esta tierra.

PERO, ¿Qué tal si después de aceptar a Cristo nos seguimos sintiendo culpables?

Lo primero es que debemos perdonarnos a nosotros mismos y estar dispuestos a aceptar el perdón de otra persona y el más importante, el perdón de Dios. Pero hay un detalle que muchos no saben, y es la diferencia entre el perdón y el sentimiento de perdón.

Podemos tener un perdón real y verdadero delante de Dios y no obstante no sentirnos perdonados. Asimismo, puede que nos sintamos perdonados cuando no hemos sido perdonados.

-R. C. Sproul


Algunas veces puedes sentir que no has sido perdonado pero eso quizás es porque usted no tiene culpa, sino el sentimiento de culpa y para que haya un perdón se necesita una culpa verdadera. Por eso es que debemos estar seguro si somos culpables o solo estamos siendo atrapados por un sentimiento de culpa. No dudes que si eres culpable y recurres a Dios arrepentido/a, Él te perdonará.

Con el pasar del tiempo yo he aprendido algo muy valioso, y es que cuando pedimos perdón estamos arreglando una relación entre dos personas, también puede ser entre Dios y tú, pero lo más importante es que al mismo tiempo estamos siendo sanados nosotros mismos. No dejes que el sentimiento de culpa te desgaste, acciona lo más pronto posible y no pierdas más el tiempo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *